Regino E. Boti

Tus lunares

Como chispas apagadas
del volcán de tu pasión,
se distienden cual regueros de azabaches
por lo blanco de tu cutis en carnal constelación.
 
Maquinando una leyenda
con que darles una bella idealidad,
he soñado con el velo de la noche
hecho polvo entre los senos de la misma Inmensidad.
 
Tú, entre tanto, toda blanca si no rósea,
te bañabas en la fuente de la cándida ilusión;
y las aguas, amorosas y odorantes,
te envolvían picarescas con su líquido edredón.
 
El milagro majestuoso descendía
esparciendo augustamente la impalpable oscuridad
cuando fuera de la linfa nuca y torso me mostrabas
asperjándose inocentes con el polvo de una negra castidad.
 
Tal es, novia, la leyenda de tus múltiples lunares,
tus lunares de ilusión,
que cual chispas apagadas
del volcán de tu pasión
se distienden en regueros de azabache
por lo blanco de tu cutis en carnal constelación.
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