Amanece: se iluminan
los vetustos Lepontinos,
los aldeanos llevan leche
en los jarros blanquecinos,
y en los aires se dispersan
de los pájaros los trinos.
Perezosos van remando
los ancianos gondoleros,
de las vacas se perciben
los mugidos lastimeros,
y las nieves se deshacen
en los viejos ventisqueros.
Las campánulas se mecen
de la brisa al tibio halago;
y derrama el sol naciente
que matiza el cielo vago,
un reguero de colores
en la clámide del lago.
RICARDO WENCER OLIVARES