Ramón López Velarde

Promesa

Oh novia imposible,
tan casta y hermosa, tan pura y tan buena,
       que tarde por tarde
en la muda ventana me esperas
y envejeces ansiando que pronto
       termine mi ausencia,
me verás cuando pasen los años,
retornar por la mustia vereda
       y con inquietudes
       llamar a tu puerta;
que en la austera quietud de tu alcoba
donde todas las cosas conversan
       de escenas pasadas,
       de dichas pretéritas,
hallarán sempiterno reposo
       mis fúnebres penas;
y tus manos surcadas de arrugas
me darán las caricias postreras,
       caricias que saben
       a miel de tristeza,
       caricias que saben
       a miel de colmenas,
pero no de colmenas sabrosas
que gusta la vida cuando es primavera
sino miel en que endulzan sus males
       las almas enfermas
cuando ya la existencia tramonta
       y la noche eterna
       de las decepciones
su abanico de sombras despliega,
y el amor es tan sólo un ocaso
de santas memorias, de ilusiones muertas.
       Oh novia imposible,
       tan pura y tan buena,
       en estos renglones
hallarás mi sagrada promesa
       de ir a tus brazos
       que amantes me esperan.
       Llegado a tus lares,
al volver a la casa risueña
       en que envejeciendo
       meditas mi ausencia,
ungirán las heridas de tu alma
       mis frases ingenuas
       mis versos antiguos,
al hablarte en la alcoba discreta
que el dolor peculiar de otros días
en su ambiente amoroso conserva.
 
Volveré... mas hoy no, que es preciso
dar también al cariño una tregua,
y por eso de todos mis lutos
       la cruz llevo a cuestas
sin que alumbre la luz de tus ojos
       mi árida senda.
       La sola ventura
que en la vía penosa me resta
es creer que al llamar a tu casa
mi mano de viejo que débil golpea,
no hallará a mi piadoso reclamo
       cerradas las puertas.
 
No desmayes: espera y confía:
que buscando la dicha perpetua
de hospedar mi ternura en tu casa
me verás, apoyado en la reja,
una tarde sombría de invierno
retornar por la mustia vereda
       para que se cumpla
       la antigua promesa,
       y llena de canas
       la triste cabeza,
       llamar a tu alma,
       tocar a tu puerta.

#EscritoresMexicanos (1905-1912) Primeras poesías

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