Y podría ser mentira...
Que esas calles siempre nocturnas,
Que se adornan con el oro de focos corroídos por el tiempo,
Sean las mismas de aquellos prematuros años.
Memorias afiladas,
Historias casuales y tan brillantes,
Como torpes luciérnagas enfrentando al mar.
[Recordar es una interrogante al tiempo]
Y ahora,
Ramírez y Letelier me ofrecen lágrimas para posar sobre los ojos,
Cada vez que camino en ausencia de aquella deslumbrante paz,
Que distinguía una figura gris, de mujer blanca.
Disfrazaré con canciones la sombra de esta noche,
Cubriré con escarcha el olvido.
Alceae, aunque revolotea,
Continúa siguiendo el oro inútil,
Corroída...
Nocturna y prematura.