Un año, ya dormido,
alguien quien no esperaba
se paró en mi ventana.
—¡Levántate Y mis ojos
vieron plumas y espadas.
Atrás, montes y mares,
nubes, picos y alas,
los ocasos, las albas.
—¡Mírala ahí! Su sueño,
pendiente de la nada.
—¡Oh anhelo, fijo mármol,
fija luz, fijas aguas
movibles de mi alma!
Alguien dijo: ¡Levántate!
Y me encontré en tu estancia.