Otra versión del segundo terceto (posiblemente la original):
Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera,
que en la cara de Anás fuera delito.
Si quien ha de pintaros ha de vero… y no es posible sin cegar miraros, ¿Quién será poderoso a retrataros, sin ofender su vista y ofenderos? En nieve y rosas quise floreceros;
Ya formidable y espantoso suena, Dentro del corazón el postrer día; Y la última hora, negra y fría, Se acerca de temor y sombras llena… Si agradable descanso, paz serena