A ti que me reprochas el arcano
sentido del amor que está en mi verso,
fúlgido y hondo, lúgubre y arcano,
te hablo en la triste vanidad del verso.
Tú en la Muerte rendido, yo en la Muerte,
ni un grito apenas del afán del mundo
podrá hallar eco en la oquedad vacía.
El polvo reina, el Polvo, el Iracundo...
¡Alegría! ¡Alegría! ¡Alegría!