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Quisiera imaginar tu cuerpo volviendo a nacer
quitando toda la maldad del mundo para tu nacimiento
quisiera imaginar tu cuerpo a la novedad de mi alma
flotando como el aire en las cosas
como mis ojos cerrados iría a la fiesta de los tallos
donde se esconde la hiena mojada de los leones de papel.
Te besaría de nuevo como antes, como en el principio,
iría abriendo la luz a tu ser,
romper muros de números y ser tiempo en todos los tiempos,
abrir lentamente tus párpados
y piedras y que me mires para que saborees mi alma
como nueva, abriendo mis manos
para nacer del mundo.
Te enseñaría las cosas en sí mismo, el mundo
de los espejos, los secretos que guardo de mí.
Iría a tus manos y las adornaría de guirnaldas
y un candente musgo blanco, así extasiado.
Iría solo donde los azulejos se rompen
y se enlistan en las filas del desierto para arrimarse a la vida
escondería mis lágrimas
y rodaría tan gigante por el mundo;
escondería mi decadencia para que jamás me puedas ver triste,
iría donde el señor de los sueños
para brindarte uno de ellos;
mi primer poema sería para ti
¡oh, estancia perfumada, estaría en tu nacimiento!
Haría estallar el dolor del mundo en mi espalda
para que a ti no se te de el dolor,
iría donde se esconden los pétalos
para gritar que tengo una flor dulce
aquí entre mis manos que estoy viendo nacer.
Quisiera imaginar un mundo sin cascadas ni abismos
para que no puedas huir de ellos,
que tu existencia sea infinita y justa
y que la belleza que se me ha dado,
que se le ha dado a las hortensias y girasoles
sea dado de continuo a tu vida,
que la gracia de los días mejores se den en tus lunares y pecas.
Que esa belleza quieta y desnuda
esté en ti.
Que la belleza pura de una flor recién nacida
esté en ti recién nacido;
porque quisiera ir a tu nacimiento para ofrecerte
mi primer poema
absoluto y quieto, para decir cosas inolvidables
sobre el reino del polvo.