José Martí
Hay un derecho
Natural al amor: ¿reside acaso,
Chianti, en tu áspera gota, en tu mordente
Vino, que habla y engendra, o en la justa sabia
Unión de la hermosura y el deseo?
Cuanto es bello, ya es mío: no cortejo,
Ni engaño vil, ni mentiroso adulo:
De los menores es el amarillo
Oro que entre las rocas serpentea,
De los menores: para mí es el oro
Del vello rubio y de la piel trigueña.
Mi título al nacer puso en mi cuna,
El sol que al cielo consagró mi frente.
Yo sólo sé de amor. Tiemblo espantado
Cuando, como culebras, las pasiones
Del hombre envuelven tercas mi rodilla;
Ciñen mis muslos, y echan a mis alas,-
Lucha pueril, las lívidas cabezas:-
Por ellas tiemblo, no por mí, a mis alas
No llegarán jamás: antes las cubro
Para que ni las vean: el bochorno
Del hombre es mi bochorno: mis mejillas
Sufren de la maldad del Universo:
Loco es mi amor, y, como el sol, revienta
En luz, pinta la nube, alegra la onda.
Y con suave calor, como la amiga
Mano que al tigre tempestuoso aquieta,
Dorna la sombra, y pálido difunde
Su beldad estelar en las negruzcas
Sirtes, tremendas abras, alevosos
Despeñaderos, donde el lobo atisba,
Arropado en la noche, al que la espanta
Con el fulgor de su alba vestidura.
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