Pues a vivir venirnos-y es la ofrenda
Esta existencia que los hombres hacen
A su final pureza-aunque el veneno
De un cruel amor la ardiente sangre
encienda,
—Aunque a su indómita bestia arnés echemos
De ricas piedras persas recamado,-
—Aunque de daga aguda el pecho sea
Con herida perenne traspasado–
Vengan daga, y corcel, y amor que mate:
¡Eso es al fin vivir!-
El bardo, como un pájaro, recoge
Pajas para su nido-de las voces
Que pueblan el silencio, de la triste
Vida común, en que las almas luchan
Como animadas perlas en los senos
lnclavadas (le un monte lucharían.