Juan Ramón Jiménez
La tarde de mi espíritu,
de pronto, se incendió de grana.
Se deslumbraron mis ruinas...
 
     —Mi sentimiento era
ausente de instante, y temeroso
igual que un pajarillo
que temblara, soñando, entre las ramas yertas
de la tarde helada
(ya la entrevista luna violeta),
tras las hojas escasas, un momento
con sol de oro.—
 
     ...Y en el frío del alma, recojida
en el plumón suave y ahuecado
del corazón hecho nostaljia,
un momento latió una primavera —lejanísima—
de vientos claros y brillantes nubes,
sobre los irreales árboles —no secos— desnudos.
Preferido o celebrado por...
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