La montaña y la ardilla Tuvieron su querella: —«¡Váyase usted allá, presumidilla… Dijo con furia aquélla; A lo que respondió la astuta ardil…

La madre está sentada Junto a la cuna:- Por la ventana gótica calada Entran risueños quiebros de luna. La madre está espantada,

¡Cielo, mi amor!—en vano sobre el… La vista fijo y la atención reclam… Tu luz enciendo, con tus rayos vib… ¡Y expulsado de ti, perdón te clam… Si te merezco ¡oh padre! si te ado…

Vela abajo, mozo arriba, Acá el roto, allá el peñasco, Ido el sol, recio el chubasco, Y el barco, no barco, criba: Gigante el viento derriba

. . . . . . . . . . . . Cuando, oh… Cuando en tu seno reposar me es da… Ancha es y hermosa y fúlgida la vi… Que éste o aquél o yo vivamos tris… Culpa de éste o aquél será, o mi c…

Alma que me transportas: Voz desatada Que a las almas ajenas Llevas mi alma; Cinta, cinta de fuego

Yo miro con un triste placer, como en la fiesta Del noble Jerez pálido la copa llena guían las blancas manos trémulas

El enemigo brutal Nos pone fuego a la casa: El sable la calle arrasa, A la luna tropical. Pocos salieron ilesos

Por la tumba del cortijo Donde está el padre enterrado, Pasa el hijo, de soldado Del invasor: pasa el hijo. El padre, un bravo en la guerra,

El aire está espeso La alfombra manchada, Las luces ardientes, Revuelta la sala; Y acá entre divanes