Sheep by the Sea, by Rosa Bonheur
Gabriela Mistral
Ovejas blancas, dulces ovejas de vellones
que se inflan como un tul:
asomáis, cual mujeres, los rostros preguntones
tras la colina azul
 
  Se diría que el cielo o el tiempo consultarais,
con ingenuo temor,
o que, para avanzar, un mandato esperarais.
¿Es que tenéis pastor?
 
—Sí que tenemos un pastor:
el viento errante. Él es.
Y una vez los vellones los trata con amor,
y con furia otra vez.
 
  Y ya nos manda al norte o ya nos manda al sur.
Él manda y hay que ir...
Pero es, por las praderas del infinito azar,
sabio en el conducir.
 
—Ovejas del vellón nevado,
¿tenéis dueño y señor?
Y si me confiara su divino ganado,
¿no me querríais por pastor?
 
—Claro es que la manada bella
su dueño tiene, como allá.
Detrás del oro trémulo de la trémula estrella,
pastor, dicen que está.
 
  El seguirnos por este valle tan dilatado
te puede fatigar.
Son también tus ovejas de vellón delicado
¿Las vas a abandonar?
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