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Y era el demonio de mi sueño, el á… más hermoso. Brillaban como aceros los ojos victoriosos, y las sangrientas llamas de su antorcha alumbraron
Un año más. El sembrador va echan… la semilla en los surcos de la tie… Dos lentas yuntas aran, mientras pasan la nubes cenicienta… ensombreciendo el campo,
Dice la esperanza: un día la verás, si bien esperas. Dice la desesperanza: sólo tu amargura es ella. Late, corazón... No todo
Yo escucho los cantos de viejas cadencias que los niños cantan cuando en corro juegan, y vierten en coro
Se le vio, caminando entre fusiles… por una calle larga, salir al campo frío, aún con estrellas de la madrugada. Mataron a Federico
Oh Soria, cuando miro los frescos… cargados de perfume, y el campo en… abiertos los jazmines, maduros los… azules las montañas y el olivar fl… Guadalquivir corriendo al mar entr…
Poeta ayer, hoy triste y pobre filósofo trasnochado, tengo en monedas de cobre el oro de ayer cambiado. Sin placer y sin fortuna,
Te he visto, por el parque cenicie… que los poetas aman para llorar, como una noble sombra vagar, envuelto en tu levita larga… El talante cortés, ha tantos años
Como se fue el maestro, la luz de esta mañana me dijo: Van tres días que mi hermano Francisco no trabaj… ¿Murió?... Sólo sabemos
Ya habrá cigüeñas al sol, mirando la tarde roja, entre Moncayo y Urbión. Se abrió la puerta que tiene gonces en mi corazón,
¡Tenue rumor de túnicas que pasan sobre la infértil tierra!... ¡Y lágrimas sonoras de las campanas viejas! Las ascuas mortecinas
¡Oh tarde luminosa! El aire está encantado. La blanca cigüeña dormita volando, y las golondrinas se cruzan, tendi…
Que el caminante es suma del camin… y en el jardín, junto del mar sere… le acompaña el aroma montesino, ardor de seco henil en campo ameno… que de luenga jornada peregrino
Es la tierra de Soria árida y frí… Por las colinas y las sierras calv… verdes pradillos, cerros cenicient… la primavera pasa dejando entre las hierbas olorosas
¡Primavera soriana, primavera humilde, como el sueño de un bendi… de un pobre caminante que durmiera de cansancio en un páramo infinito… ¡Campillo amarillento,