Este hombre del casino provinciano que vio a Carancha recibir un día, tiene mustia la tez, el pelo cano, ojos velados por melancolía; bajo el bigote gris, labios de hastío,

Eran ayer mis dolores como gusanos de seda que iban labrando capullos; hoy son mariposas negras. ¡De cuántas flores amargas

Como atento no más a mi quimera no reparaba en torno mío, un día me sorprendió la fértil primavera que en todo el ancho campo sonreía. Brotaban verdes hojas

Yo, para todo viaje —siempre sobre la madera de mi vagón de tercera—, voy ligero de equipaje. Si es de noche, porque no

Verdes jardinillos, claras plazoletas, fuente verdinosa donde el agua sueña, donde el agua muda

Siempre fugitiva y siempre cerca de mí, en negro manto mal cubierto el desdeñoso gesto de tu rostro pálido. No sé adónde vas, ni dónde

El primero es Gonzalo de Berceo llamado… Gonzalo de Berceo, poeta y peregrino, que yendo en romería acaeció en un prado… y a quien los sabios pintan copiando un… Trovó a Santo Domingo, trovó a Santa M…

Deletreos de armonía que ensaya inexperta mano. Hastío. Cacofonía del sempiterno piano que yo de niño escuchaba

Maldiciendo su destino como Glauco, el dios marino, mira, turbi… de llanto, el mar que le debe su blanca… Él sabe que un Dios más fuerte con la sustancia inmortal está jugando a…

Tal vez la mano, en sueño, del sembrador de estrellas, hizo sonar la música olvidada como una nota de la lira inmensa, y la ola humilde a nuestros labios vino

Y no es verdad, dolor, yo te conozco, tú eres nostalgia de la vida buena y soledad de corazón sombrío, de barco sin naufragio y sin estrella. Como perro olvidado que no tiene

El sol es un globo de fuego, la luna es disco morado. Una blanca paloma se posa en el alto ciprés centenario. Los cuadros de mirtos parecen