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No, no te quieren, no. Tú sí que estás queriendo. El amor que te sobra se lo reparten seres y cosas que tú miras,
A la noche se empiezan a encender las preguntas. Las hay distantes, quietas, inmensas, como astros: preguntan desde allí
[1] Tú vives siempre en tus actos. Con la punta de lus dedos Pulsas e mundo, le arrancas auroras, triunfos, colores,
Perdóname por ir así buscándote tan torpemente, dentro de ti. Perdóname el dolor, alguna vez. Es que quiero sacar
No me fío de la rosa de papel, tantas veces que la hice yo con mis manos. Ni me fío de la otra
Quietas, dormidas están, las treinta, redondas, blancas. Entre todas sostienen el mundo. Míralas, aquí en su sueño,
El sueño es una larga despedida de ti. ¡Qué gran vida contigo, en pie, alerta en el sueño! ¡Dormir el mundo, el sol,
¡Cómo me dejas que te piense! Pensar en ti no lo hago solo, yo. Pensar en ti es tenerte, como el desnudo cuerpo ante los b… toda ante mí, entregada.
Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto que duró más que un relámpago, que un milagro, más.
«Mañana». La palabra iba suelta, vacante, ingrávida, en el aire, tan sin alma y sin cuerpo, tan sin color ni beso,
Cuando tú me elegiste –el amor eligió– salí del gran anónimo de todos, de la nada. Hasta entonces
Estoy pensando, es de noche, en el día que hará allí donde esta noche es de día. En las sombrillas alegres, abiertas todas las flores,
Qué alegría, vivir sintiéndose vivido. Rendirse a la gran certidumbre, oscuramente… de que otro ser, fuera de mí, muy…
¡Sí, todo con exceso: la luz, la vida, el mar! Plural todo, plural, luces, vidas y mares. A subir, a ascender
Sin armas. Ni las dulces sonrisas, ni las llamas rápidas de la ira. Sin armas. Ni las aguas de la bondad sin fondo,