Después de tanto tiempo, al fin te has ido;
y, en vez de lamentarme, he decidido
tomármelo con calma.
De par en par he abierto los balcones,
he sacudido el polvo a todos los rincones
de mi alma.
Me he dicho que la vida no es un valle
de lágrimas... y he salido a la calle
como un explorador.
He vuelto a tropezar con el pasado
y he decidido, en el bar de mis pecados,
otra copa de ron.
Y en otros ojos me olvidé de tu mirada,
y en otros labios despisté a la madrugada
y en otro pelo me curé del desconsuelo
Que empapaba mi almohada.
Y en otros puertos he atracado mi velero,
y en otros cuartos he colgado mi sombrero,
y una mañana comprendí que aveces gana
el que pierde a una mujer.
Con el cartel de libre en la solapa
he vuelto a ser un guapo entre las guapas
chulapas de Madrid.
Sólo me pongo triste cuando alguno,
en el momento más inoportuno,
me pregunta por ti.
Carlos Alberto
9aUna canción que todavía bambolea la barcaza en el mar del amor, llegar a puerto aun no es una opción
Alfredo Jiménez G.
8aComo el "paciente impaciente" que se fuga del hospital para recuperar su libertad aún a riesgo de morir en las calles, lejos de asépticos aromas, el Poeta Sabina, siempre autobiográfico en sus canciones poemas, se marcha de su hogar vacío ubicado en la "calle Melancolía", sin haber concluido su proceso de duelo, doloroso pero necesario. No le importa morir desangrado, es fácil encontrarlo siguiendo el rastro carmesí que va dejando en las aceras. Llega a esa bendita zona de los hedonistas que nunca falta en una ciudad decente, cauteriza sus heridas con ron, se refugia en muchos pares de brazos artificiosamente maternales que le brindan genuino consuelo. Todo está bien, el dulce olvido forzado trae su alivio. Cuidado amigos, prohibido mencionar a la innombrable.