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¿Cómo estás, Puerto Rico, tú de socio asociado en sociedad? Al pie de cocoteros y guitarras, bajo la luna y junto al mar, ¡que suave honor andar del brazo,
Desde la escuela Y aún antes... Desde el alba, cua… Era una brizna yo de sueño y llant… Desde entonces, Me dijeron mi nombre. Un santo y…
Olas de gordo aceite son mis días: pasan tan lentamente que no pasan. Los hombres a mi lado miran, pasan… lentos también como mis lentos día… El futuro está ahí, lleno de días,
Al final del largo viaje, Ho Chi Minh suave y despierto: sobre el albura del traje le arde el corazón abierto. No trae escolta, ni paje.
Tus venas, la raíz de nuestros árb… La raíz de mi árbol, retorcida; La raíz de mi árbol, de tu árbol, De todos nuestros árboles, Bebiendo sangre, húmeda de sangre,
Que quieres, dicen, ser periodista. Eso, mi amigo, mucho me atrista. ¿Cómo, si eres,
Envenenada tinta habla de los mau-maus; negros de diente y uña, de antropofagia y tótem. Gruñe la tinta, cuento,
Tú, que partiste de Cuba, responde tú, ¿dónde hallarás verde y verde, azul y azul, palma y palma bajo el cielo?
Ésta es la canción del bongó: —Aquí el que más fino sea, responde, si llamo yo. Unos dicen: Ahora mismo, otros dicen: Allá voy.
Vino usted de tan lejos, y yo, sin esperarla sabiendo que vendría. ¿Qué hacer, si apenas puedo verla al paso del viento,
Noticias de buena fuente denuncian hechos muy malos; que están repartiendo palos desde Oriente hasta Occidente. El ejército, obediente
Como un puñal, como un arpón, el banderón americano en tu costado de carbón. Sucio de sangre el banderón. Un yanqui allí, látigo en mano.
El Aconcagua. Bestia solemne y frígida. Cabeza blanca y ojos de piedra fija. Anda en lentos rebaños con otros animales semejantes
Como si San Martín la mano pura a Martí familiar tendido hubiera, como si el Plata vegetal viniera con el cauto a juntar agua y ternu… así Guevara, el gaucho de voz dura…
Esta mujer angélica de ojos septen… que vive atenta al ritmo de su san… ignora que en lo hondo de ese ritm… un negro el parche duro de roncos… Bajo la línea escueta de su nariz…