Esta rosa quema el aire
templada, sin desgarro,
a solas con lo eterno,
llega al morir de ahora
de sí misma apartada.
Sin pies, ¿por dónde vino
en hamaca de olores
hasta la linde lúcida
de horizonte vencido?
Ya estás rosa en tu rosa,
si firme, desasida,
sola, y otra, –y a un tiempo–
¡viva junto a tu muerte!