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Me disuelvo en la magia giro en medio del fruto pulposo
Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando por los huesos
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
Un desangrarse lento remontable hasta la más pérfida belleza hasta el misterio de la carne iner… un ciego encadenarse
Bajo el ala de la noche que deja su huella imprecisa bajo la sombra del corazón repudiado
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
The cloisters Camino por los claustros —piedra y columnas— recordando al orgulloso unicornio que no quiso subir al Arca de Noé
Aún deseo mis antiguos tiempos fetales, en que fui pez opalescente y ciego.
Mentira: el perfume la voz el encaje la mujer de plástico
En medio del invierno pensativo Manhattan seguía siendo en mi cabeza sólo una canción, para recordar a un hombre.
Yo miraba tus manos e inventaba historias de aleteos sobre mis pechos, de roces suavísimos
Casi podría decirte devorada por la angustia me asomo a la vieja cueva prohibida donde habitan
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
A tu ancho cuerpo de jade y plata vuelvo, jinete de manos verdes y pleno cuerpo verde de fosforescencias nocturnas.
La memoria es una tumba abierta donde puedo enterrar la piedad por mí misma, mientras un felino se desliza muy suave