The cloisters Camino por los claustros —piedra y columnas— recordando al orgulloso unicornio que no quiso subir al Arca de Noé
Tengo miedo. Qué difícil contarte esta verdad, porque tú no sabes nada sobre su vestimenta leve, que se va deslizando
Yo miraba tus manos e inventaba historias de aleteos sobre mis pechos, de roces suavísimos
Los incrédulos repetirán —una y otra vez— tu nombre, como lo hago yo en esta noche de turbia embriaguez
Solo como Borges en el fondo de la rosa torturado por báculos de plata espejos laberintos
Casi podría decirte devorada por la angustia me asomo a la vieja cueva prohibida donde habitan
Amo mi casa por sus cuatro viejos costados llena de voces y ruidos: casa de adobe y machihembre que se queja por la noche
Bajo el ala de la noche que deja su huella imprecisa bajo la sombra del corazón repudiado
Me había sido tan ajena siempre, y hoy de pronto me descubre su color sencillo
Por recorrer tu piel a pedacitos olvidé la piel agrietada de la patria, dejé de andar por sus caminos, no llegué hasta sus aldeas,
Me disuelvo en la magia giro en medio del fruto pulposo
El invierno comenzaba, apenas, a mostrar su cuerno —largo y temible— de unicornio ciego. Inquietante,
Yo imaginaba peces inverosímiles bajo ese mar que era –entre ocres… de un verde titubeante, cuando el ferry ancló en Ellis Is…
A veces huyo por intrincados caminos construidos de palabras, que me llevan a los páramos de nadie.
Nada he sido nada soy sino escondida isla sin pájaros ni habitantes