Carmen Matute

Mi casa

A Francisco A. Méndez

Amo mi casa
por sus cuatro viejos costados
llena de voces y ruidos:
casa de adobe y machihembre
que se queja por la noche
como una viejecita enferma.
Amo esta casa que me habla
desde sus inocentes paredes,
desde sus oscuros rincones
y sus goteras que regresan
cada año con las lluvias de mayo.
Amo esta casa
de habitaciones revueltas
—que guardan las memorias
de los vivos y los muertos–
donde mis hijos
duermen un sueño honrado
y la verdad amarillenta de los libros
reposa en anaqueles que huelen a cedros y
cipreses.
Casa sencilla,
con el lujo antiguo
de un filtro de agua que no sirve,
relojes que no miden el tiempo
y una cocina alegre y cálida,
como deben ser las madres.
Casa hecha para vivir en ella,
o simplemente
para entrar por sus puertas sin cerrojos,
por sus ventanas abiertas
y encontrar su corazón de adobe
que late acompasado
al mismo ritmo de la tierra.

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