José Angel Buesa
Mi corazón, un día, tuvo un ansia suprema,
que aún hoy lo embriaga cual lo embriagara ayer:
Quería aprisionar un alma en un poema,
y que viviera siempre... Pero no pudo ser.
 
Mi corazón, un día, silenció su latido,
y en plena lozanía se sintió envejecer:
Quiso amar un recuerdo más fuerte que el olvido
y morir recordando... Pero no pudo ser.
 
Mi corazón, un día, soñó un sueño sonoro,
en un fugaz anhelo de gloria y de poder:
Subió la escalinata de un palacio de oro
y quiso abrir las puertas... Pero no pudo ser.
 
Mi corazón, un día, se convirtió en hoguera,
por vivir plenamente la fiebre del placer:
Ansiaba el goce nuevo de una emoción cualquiera,
un goce para el solo... Pero no pudo ser.
 
Y hoy llegas tú a mi vida, con tu sonrisa clara,
con tu sonrisa clara, que es un amanecer:
y ante el sueño más dulce que nunca antes soñara,
quiero vivir mi sueño... Pero no puede ser.
 
Y he de decirte adiós para siempre, querida,
sabiendo que te alejas para nunca volver,
Quisiera retenerte para toda la vida...
¡Pero no puede ser!¡Pero no puede ser!
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