Hay un primer amor, hermosa dama,
que sólo es un rasguño, no una herida;
pues, por ser lo primero que se ama,
es también lo primero que se olvida.
Y hay algo que no sé cómo se llama,
ya casi en un dolor de despedida,
que es el último fruto en una rama
y es el último amor en una vida.
Pero sé que hay un río, dama hermosa,
que irá resucitando rosa a rosa
la rosaleda moribunda ya;
y, en ese río de la rosaleda,
nuestro amor será el cauce, que se queda,
y el tiempo será el agua que se va...