Esta luz, este fuego que devora. Este paisaje gris que me rodea. Este dolor por una sola idea. Esta angustia de cielo, mundo y ho… Este llanto de sangre que decora

La primera vez no te conocí. La segunda, sí. Dime si el aire te lo dice.

Un bello niño de junco, anchos hombros, fino talle, piel de nocturna manzana, boca triste y ojos grandes, nervio de plata caliente,

Dulce chopo, Dulce chopo, Te has puesto De oro. Ayer estabas verde,

Ay voz secreta del amor oscuro ¡ay balido sin lanas! ¡ay herida! ¡ay aguja de hiel, camelia hundida… ¡ay corriente sin mar, ciudad sin… ¡Ay noche inmensa de perfil seguro…

Virgen con miriñaque, virgen de Soledad, abierta como un inmenso tulipán. En tu barco de luces

Tierra seca, tierra quieta de noches inmensas. (Viento en el olivar,

En Viena hay diez muchachas, un hombro donde solloza la muerte y un bosque de palomas disecadas. Hay un fragmento de la mañana en el museo de la escarcha.

De los cuatro muleros que van al campo, el de la mula torda, moreno y alto. De los cuatro muleros

No te conoce el toro ni la higuera… ni caballos ni hormigas de tu casa… No te conoce el niño ni la tarde porque te has muerto para siempre. No te conoce el lomo de la piedra,

Cisne redondo en el río, ojo de las catedrales, alba fingida en las hojas soy; ¡no podrán escaparse! ¿Quién se oculta? ¿Quién solloza

Los arqueros oscuros a Sevilla se acercan. Guadalquivir abierto. Anchos sombreros grises, largas capas lentas.