José Emilio Pacheco
Con aire de fatiga entraba el mar
en el desfiladero
        El viento helado
dispersaba la nieve de la montaña
Y tú
  parecías un poco de primavera
anticipo
     de la vida bullente bajo los hielos
calor
  para la tierra muerta
cauterio
     de su corteza ensangrentada
 
Me enseñaste los nombres de las aves
la edad
     de los pinos inconsolables
la hora
     en que suben y bajan las mareas
 
En la diafanidad de la mañana
se borraban las penas
        la nostalgia
del extranjero
     el rumor
de guerras y desastres
El mundo
     volvía a ser un jardín
que repoblaban
     los primeros fantasmas
una página en blanco
        una vasija
en donde sólo cupo aquel instante
 
El mar latía
     En tus ojos
se anulaban los siglos
        la miseria
que llamamos historia
        el horror
que agazapa su insignia en el futuro
Y el viento
     era otra vez la libertad
que en vano
     intentamos fijar
en las banderas
 
Como un tañido funerario entró
En el bosque un olor de muerte
Las aguas
     se mancharon de lodo y de veneno
Y los guardias
     llegaron a ahuyentarnos
Porque sin darnos cuenta pisábamos
el terreno prohibido
        de la fábrica atroz
en que elaboran
     defoliador y gas paralizante

(1973)

Del libro "Irás y no volverás"

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