A Dulce María Loynaz
#EscritoresCubanos
Sin comerlo ni beberlo eres factor de cambio y eres factor de riesgo. Sin comerlo ni beberlo te vas haciendo curvo,
Teseo, has de saber que un dios que reina… por encima de los otros dioses, ducho en tejer y destejer caminos, con más poder que iglesias y gobie…
En una mínima estación de campo, cuya puerta es un bostezo ante los… registro el vértigo de luces de los trenes que pasan. Sale del silencio el Halley Expre…
Mi abuelo se sentó a la mesa con s… No levanté los ojos de la sopa: sabía que él también estaba muerto… Mi madre tampoco levantó los ojos a pesar de estar tan muerta como é…
Todos los aviones regresaron a sus… Pero no todos los hombres regresaron a sus casas. Pero no es… todas las casas de los que regresa… no todos los que regresaron
Me llevo bien con este hombre taci… infatigable y fornido al que llama… Es mi vecino. Sus hijos retozan c… Los críos lo despiden cuando el dí… y en las mañanas vienen a esperar…
Discúlpenme, si pueden y si quieren, este discurso sumario, acaso ingenuo, acaso pretencioso, sobre el Poeta, la Palabra y la P…
Realmente somos fuertes: más duros que las piedras de río, que el acero de un cañón de costa, que el jiquí y el ácana
Ya podéis perdonarme: ya no soy malo. ya nada me asombra, por tanto nada me indigna, a nadie aborrezco,
¿Quién habita la casa que habité, quién toca las maderas que toqué, quién ve los resplandores que yo v… quién vive las penumbras que viví, quién sueña en la ventana en que s…
Hoy quiero estar con los ojos cerr… sentir el mundo como lo siente un… evocarte en la fresca lisura de un… presentir tu mirada en un golpe de… Hoy no quiero el brillo, los conto…
¡Eh, Fernando!, esta vez el viaje es bien distinto… Este viaje es el más largo: dura las mil noches de la eternida… El tren sube—¡qué bien
¿Quién no te olvidará? ¿Pero quié… Al fin estas preguntas: ya no hay… Tú fuiste tibia, breve, tersa, sua… destinada al amor como las rosas. Para el que pasa y mira en tu sepu…
Vamos a correr, tú como una liebre, yo como un lebrel. O si lo prefieres la liebre seré.
Moviéndose en la sombra, batido por el viento ciego de la noche, extiende sus ramas hacia mí en ademán desesperado. ¡Qué humana su mole gigantesca,