(1991)
Oh rota, oh carcamal, recontra mía, hasta cuando no pueda más; hasta la cacha mía;
Hoy mataron a Juan el Huasicama lo mataron a palo en día claro, lo mataron por indio, porque trabajaba como tres y nunca sació el hambre,
Un día le regalan a uno una palabra y uno la pone al sol, la alimenta,
La más inofensiva, la más sana, la que nunca produjo salpullido a… la que hasta ahora que yo sepa a nadie le ha pasmado la alegría;
Ni la muralla china ni el alambre con púas ni los cordones de perros policías o policías perros que resguardan las nalgas sociales…
Las cosas son otra cosa debajo del pellejo. Así la sed es agua amordazada; el olvido
Una vez, un pescador se fue cortando al viento; tiró la red, la recogió vacía;
Pase lo que pase tú serás la última de la última, tu tendrás la última palabra, tu bajarás a banderola y yo comprenderé,
Yo le llamaba linda y el nombre le quedaba como vestido flojo. Sus ojos no tenían importancia,
Hoy los miré tan cerca como la uña a la carne; eran hueso y pellejo; con pedazos de insomnio salían de unos huecos,
A veces el amor como un intruso, como un pelo en el plato de comida. A veces el amor
En una ciudad había un hombre metido hasta la médula en la vida, tenía la costumbre de ponerse una rota camisa,