Hemos perdido aun este crepúsculo.
Nadie nos vio esta tarde con las manos unidas
mientras la noche azul caía sobre el mundo.
He visto desde mi ventana
la fiesta del poniente en los cerros lejanos.
A veces como una moneda
se encendía un pedazo de sol entre mis manos.
Yo te recordaba con el alma apretada
de esa tristeza que tú me conoces.
Entonces, dónde estabas?
Entre qué gentes?
Diciendo qué palabras?
¿Por qué se me vendrá todo el amor de golpe
cuando me siento triste, y te siento lejana?
Cayó el libro que siempre se toma en el crepúsculo,
y como un perro herido rodó a mis pies mi capa.
Siempre, siempre te alejas en las tardes
hacia donde el crepúsculo corre borrando estatuas.
Alfredo Jiménez G.
8aContemplando desde su balcón alquilado la festividad improvisada del atardecer, Pablo Neruda en completa soledad, piensa en su amada. En lo mucho que pudieron disfrutar juntos ese espectáculo del cielo. A veces un rayo fugitivo se venía a refugiar entre las manos del Poeta y este relumbraba brevemente para brindarle un poco de consuelo. Era un adolescente, estudiante de pedagogía y lengua francesa; escribía a escondidas de su padre, quien claramente se lo había prohibido. Neruda preparaba sin saberlo, el libro poético de tema amoroso más famoso del mundo: "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", dedicado de modo simbólico (según sus palabras) a Marisol y Marisombra. Hemos prometido reiteradamente revelar el nombre verdadero de la musa inspiradora de tan célebres versos. Hoy será ese día. Se llamaba ALBERTINA ROSA AZÓCAR SOTO, compañera suya en en Instituto Pedagógico de Santiago. La dama misteriosa ya tiene nombre y media filiación. Las circunstancias que impidieron la consumación feliz de su idilio serán comentadas en otra oportunidad...