Fueron creadas por mí estas palabras
con sangre mía, con dolores míos,
fueron creadas!
Yo lo comprendo, amigos, yo lo comprendo todo.
Se mezclaron voces ajenas a las mías,
yo lo comprendo, amigos!
Como si yo quisiera volar y amí llegaran
en ayuda las alas de las aves,
todas las alas,
así vinieron estas palabras extranjeras
a desatar la oscura ebriedad de mi alma
Es el alba, y parece
que no se apretaran las angustias
en tan terribles nudos en torno a la garganta.
Y sin embargo,
fueron creadas,
con sangre mía, con dolores míos,
fueron creadas por mí estas palabras!
Palabras para la alegría
cuando era mi corazón
una corola de llamas;
palabras del dolor que clva,
de los instintos que remuerden,
de los impulsos que amenazan,
de los infinitos deseos,
de las inquietudes amargas,
palabras del amor, que en mi vida florece
como una tierra roja llena de umbelas blancas.
No cabían en mí. Nunca cupieron.
De niño mi dolor fué grito
y mi alegría fué silencio.
Después los ojos
olvidaron las lágrimas
barridas por el viento del corazón de todos.
Ahora, decidme, amigos,
dónde esconder aquella aguda
furia de los sollozos.
Decidme, amigos, dónde
esconder el silencio, para que nunca nadie,
lo sintiera con los oídos o con los ojos.
Vinieron las palabras, y mi corazón,
incontenible como un amanecer,
se rompió en las palabras y se apegó a su vuelo,
y en sus fugas heroicas lo llevan y lo arrastran,
abandonado y loco, y olvidado bajo ellas
como un pájaro muerto, debajo de sus alas.