Rojo: así son los labios de las niñas,
el tinte del crepúsculo, la rosa
de Sión y el arrebol de la sabrosa
granada que sazona en mis campiñas.
Azul: así el color de las montañas
erguidas al espacio, así los mares
y el cielo en donde ruedan a millares
los astros como fúlgidas arañas.
Blanco: la nieve secular es blanca,
la inocencia, la espuma del riachuelo
y el rostro casto de la Venus manca.
Los tintes más preciados de las flores,
luces, bandera, cual jirón que el cielo
colgara de la altura, hecho colores.