Mario Benedetti
Seguramente mi primer olvido
tuvo una cuna de madera tibia /
a trocitos fui armando evocaciones
de la matriz recién abandonada
ese lecho de jugos y de sombras
donde a través de tímidas membranas
sensibles como hojas de mimosa
iba aprendiendo claves de mi eva
esa evamadre venidera y mía
 
pude encontrar a tientas sus recelos
frente al azar agüero que aleteaba en la sombra
olvidé el estupor la esperanza los surcos
de sus insomnios siempre candorosos
y descarté el mundo y sus clamores
que no cesaban ni siquiera cuando
el silencio caía como un manto plomizo
 
aquel primer olvido empezó en una
dulzura no buscada ni encontrada /
el júbilo se alió con la congoja
y los brazos maternos fueron nido /
era imposible descubrir la lluvia
y por tanto olvidar su transparencia
 
por cierto me gustaba alejarme del frío
cuando un solcito arisco aparecía
en franjas en volúmenes en muros
y era lindísimo olvidar el hambre
en el pezón o surtidor primero
 
vacío de memoria estaba aquel olvido
vacío porque apenas se iba ensimismando
la nada era su prólogo a hurtadillas
su manantial de amnesia
 
bautizaba mi rostro un aire nuevo
la novedad era sin duda el aire /
a respirar se aprende fácilmente
a mover una mano y a llorar
como precaria muestra de estar vivo
 
mi olvido tan silvestre no tenía
memoria de nosotros / sólo era
un olvido solito individual
casi sin corazón y hecho de sustos
 
había estrellas y no lo sabía
llegaban besos y no los besaba
en mi almario quedaban risas / muecas
es raro inaugurarse entre conjuros
de quiénes y de qué fanal remoto
 
mi olvido purgatorio estaba lleno
de turbonadas y desolaciones
del más allá enigmático
del más acá sin dudas
yo era nadie en mi primer olvido
no había una memoria disponible
ni otro nadie dispuesto a servirme de espejo
 
después / tanto después
hechos empedernidos / albas / lunas
las palabras no dichas y las dichas
los sagrados desnudos del amor
las bocinas del odio / los temblores
de la tierra y el cielo
las piernas de mujeres milagrosas
la honda de david en manos de goliat
los rincones de la melancolía
la cicatriz que inculpa y no perdona
cepos de la vigilia / tálamos de la noche
 
mensajes del extraño y del contiguo
el olor de los cuerpos / la intemperie
con agonías y cosmogonías
el placer asediado
la lección de las piedras
los razonables pozos de la muerte
las buenas sinrazones de la vida
 
toda esa memoria congelada
con desvíos del tiempo y de la ruta
fue llenando los cofres del olvido
 
resumiendo
y ya que ciertamente
el olvido está lleno de memoria
vamos a destaparlo / a revelarlo
sin mezquindades ni pudores tibios /
vamos a compartir los sueños con los sueños
del prójimo más próximo y más niño.
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