#EscritoresPeruanos #SigloXX #1922 #Trilce
Hermano, hoy estoy en el poyo de l… Donde nos haces una falta sin fond… nos acariciaba: “Pero, hijos...” Ahora yo me escondo, como antes, todas estas oraciones
Dios mío, estoy llorando el ser qu… me pesa haber tomádote tu pan; pero este pobre barro pensativo no es costra fermentada en tu cost… ¡tú no tienes Marías que se van!
Pasamos juntos. El sueño lame nuestros pies qué dulce; y todo se desplaza en pálidas renunciaciones sin dulce. Pasamos juntos. Las muertas
He conocido a una pobre muchacha a quien conduje hasta la escena. La madre, sus hermanas qué amables… aquel su infortunado “tú no vas a… Como en cierto negocio me iba admi…
Este cristal aguarda ser sorbido en bruto por boca venidera sin dientes. No desdentada. Este cristal es pan no venido toda… Hiere cuando lo fuerzan
Un hombre dijo: —El momento mas grave de mi vida e… Marne, cuando fui herido en el pec… Otro hombre dijo: —El momento más grave de mi vida,…
Qué nos buscas, oh mar, con tus vo… docentes! Qué inconsolable, qué at… estás en la febril solana. Con tus azadones saltas, con tus hojas saltas,
Si lloviera esta noche, retiraríam… de aquí a mil años. Mejor a cien no más. Como si nada hubiese ocurrido, har… la cuenta de que vengo todavía.
Los mineros salieron de la mina remontando sus ruinas venideras, fajaron su salud con estampidos y, elaborando su función mental cerraron con sus voces
El suertero que grita “La de a mi… contiene no sé qué fondo de Dios. Pasan todos los labios. El hastío despunta en una arruga su ya no. Pasa el suertero que atesora, acas…
Este piano viaja para adentro, viaja a saltos alegres. Luego medita en ferrado reposo, clavado con diez horizontes. Adelanta. Arrástrase bajo túneles…
Murmurando en inquietud, cruzo, el traje largo de sentir, los lune… de la verdad. Nadie me busca ni me reconoce, y hasta yo he olvidado
Las personas mayores ¿a qué hora volverán? Da las seis el ciego Santiago, y ya está muy oscuro. Madre dijo que no demoraría.
Al fin de la batalla, y muerto el combatiente, vino haci… y le dijo: «¡No mueras, te amo tan… Pero el cadáver ¡ay! siguió murien… Se le acercaron dos y repitiéronle…
La esfera terrestre del amor que rezagóse abajo, da vuelta y vuelta sin parar segundo, y nosotros estamos condenados a su… como un centro su girar