Deja ¡oh mi esposo! la labor causa… Que tus hermosas fuerzas aniquila. Y ven bajo la bóveda tranquila De nuestro lecho azul, con tu ador… Y alcé los ojos de mi libro, y vil…

La obra-delante, y el amor-adentro… Y el amor, remolino avaricioso, El alma entera arrastra al hondo c… La obra perece-y el amor celoso, Luego que por su culpa el hombre y…

Vino el médico amarillo A darme su medicina, Con una mano cetrina Y la otra mano al bolsillo: ¡Yo tengo allá en un rincón

Las campanas, el sol, el cielo cla… Me llenan de tristeza, y en los oj… Llevo un dolor que el verso compas… Un rebelde dolor que el verso romp… ¡Y es ¡oh mar! la gaviota pasajera

Sé de brazos robustos, Blandos, fragantes; Y sé que cuando envuelven El cuello frágil, Mi cuerpo, como rosa

Señor: en vano intento Contener el león que me devora: Hasta a escribir mi amargo pensami… La pluma recia se me niega ahora– Señor: mi frente fría

Por la tumba del cortijo Donde está el padre enterrado, Pasa el hijo, de soldado Del invasor: pasa el hijo. El padre, un bravo en la guerra,

Sí! yo también, desnuda la cabeza De tocado y cabellos, y al tobillo Una cadena lurda, heme arrastrado Entre un montón de sierpes, que re… Sobre sus vicios negros, parecían

De mi desdicha espantosa Siento, ¡oh estrellas!, que muero: Yo quiero vivir, yo quiero Ver a una mujer hermosa. El cabello, como un casco,

Bien: yo respeto A mi modo brutal, un modo manso Para los infelices e implacable Con los que el hambre y el dolor d… Y el sublime trabajo; yo respeto