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El oro de la tarde tiñe la copa de una vieja yagruma quieta y sedosa. Duerme cansado el viento
¡Qué sol enciende el palmar cuando, guardián de su nido, rompe el sinsonte a cantar! ¡Qué cubano amanecer hay en su trino; qué luces
Moterita de madera llena de polvos de arroz, con tapa de cristal fino y la mota de plumón. ¿De quién será la motera
En la casa que recuerdo, en la casa, entre el naranjal y el cielo: plátano indio, plátano congo,
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
El caballo negro iba por un trillo: cada paso suyo bordaba el camino. El caballo ruano
Le doy al niño de Chile la nueva patria que tengo: limpia y olorosa a limpio, patria dispuesta a quererlo como me quiere ella a mí,
Viajaré a la luna desde el campamento con su colorada pañoleta al cuello. Para complacerla
Prende tus luces cocuyo de marzo: esta es la noche de hablar con el gallo. Compartiremos
Cua cua, cantaba la rana, cua cua, debajo del agua. Pasó una paloma:
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
La garcita campesina polainas de tierra y alitas de harina. Pañuelo al viento se ve la garza.
Nombres tuyos, nombres míos, que recibimos de ayer como el agua de los ríos y que debes conocer: Bejucos de la Perdiz,
Zapatero de mi pueblo: usa clavitos de plata en el par de botas nuevas que quiero para mañana. Han de ser de cuero rojo,
Torito camagüeyano y de la sabana rey, he venido de muy lejos queriéndote conocer. Debajo del algarrobo