Al asomarte ¡oh, Sol! por el Oriente
con bellos y radiantes resplandores
los árboles, las plantas y las flores
reviven en tu llama refulgente.
Las sombras de la noche de repente
disipas con tus mágicos colores,
alegras todo el orbe, y mil primores
nos brindas con tu luz resplandeciente.
¡Oh, Sol hermoso! Lumbre diamantina
derramas con ardiente señorío,
desde el Oriente a Ocaso tu rutina.
¡Fúlgido Sol, a mi existir sombrío
arranca, desvanece mi tristura,
infundiéndome luz con tu luz pura.