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Jazmín diamela, jazmín de España, jasmín criollo, ¡Ixora blanca! Lirio amarillo,
En Playa Larga, el uvero, como homenaje al valor de los niños artilleros, ya no florece en febrero: en abril abre la flor.
EL día, una rosa blanca. La noche, un caballo negro. (La tarde, una mariposa que ha detenido su vuelo.)
¡Jey, vaya, toro, con el arreo! Los toros toros, sus cuernos cuernos, en el camino
Mamá Gallina Jabada viene con la cresta erguida y las patas enfangadas. Y su polluelo amarillo corre del nido al jardín
En el río San Juan vive un pececito que aprende a nadar. Sobre el Yumirí —iris diminuto—
La Habana es como una hermosa, limpia, fresca, alegre casa: sus puertas, de par en par, invitan a visitarla. Aquel que a Cuba respete
¡Que ruede la rueda de pan y canela! Que llegue al campo, que busque el trigo, que diga al agua
Los gallos de Trinidad, de la tarde a la mañana, velan los viejos palacios, cuidadn la Torre de Iznaga. En la Popa y la Vigía
Juana tejedora, téjeme un pañuelo para ir a la boda de don Pirulero. Dame, jardinero,
Abrigando el arroyo la caña brava, chorros de finas hojas al aire lanza. ¡Qué musicales ramos,
En la Sierra Maestra, con el paisaje, se alzó su vide noble, creció su sangre. Sembrador, guerrillero,
Naranja sobre limón, sobre limones el agua: agua fértil de represa, agua de la nube blanca. Finas espigas de arroz,
Subes a la portada, ¡quiquiriquí! entusiasmado cantas, ¡cucurucú! Veo tu pico amarillo,
Moterita de madera llena de polvos de arroz, con tapa de cristal fino y la mota de plumón. ¿De quién será la motera