XXXIII
Contando con los dedos sobran manos:
son Curro, Caco, Lázaro, Adrián,
los llamo cada dos o tres veranos,
pero, cuando los llamo, siempre están.
Viene de higos a brevas a un concierto,
para pasarse a cuenta del juglar,
la semana siguiente me despierto
moribundo y sin ganas de ensayar.
Son los muchachos, oiga, qué regalo,
perfectos caballeros, Dyc del malo,
vagos, ovejas rojas, tribuletes.
Si ven que ando tirando la toalla
me invitan a una risa y media raya
y acabamos cerrando cabaretes.