Hoy vi que a ese lugar donde te amé con impaciencia
—y donde fue temblor nuestro silencio
cuando anunció con voz eterna la alondra de Julieta
que ya se alzaba el día—
llegaban implacables los hombres con las palas y las picas
y el bulldozer rompía la ventana que vio cómo caía la lluvia
cuando tu voz fue abrigo
y cielo despejado sobre mi cuerpo tibio tu camisa.
Allí estuve mirando entre el grupo indeciso de curiosos
cómo caían las tapias cómo se amontonaban los escombros
y el polvo levantaba sus estrellas fugaces
caía sobre mi piel sobre mi pelo
Suele la vida que creemos a veces insensata
urdir sus torpes símbolos
pensé
Para recuperar tus ojos debí cerrar los míos
Allí permanecí hasta que comenzó a llover y todos se marcharon
y callaron las máquinas y el mundo
calló también
mientras la noche abría sus aleros de sombra
Entre las ruinas una pequeña estatua de piedra me miraba
desde su maltratado pedestal
Sus ojos y su aridez de sal me persiguieron
por las calles que un día
fueron el corazón ansioso de mi mundo