Fresas con crema
y algo de azúcar
que endulce el encierro
de una mente inquieta.
Supusimos que el infierno
se hacía más calmo
con sacrificios inocuos
de nuestro presente.
Ah, pero olvidamos,
con la paciencia del sabio,
que si esperar mucho fuese
respuesta, dichosos seríamos.
Y andamos en patologías,
una tras otra, sopesando
penas de vidas que
ni siquiera eran nuestras.
Alejémonos juntos del faro
porque está muy brillante.
No sea que al quemarnos los ojos
también perdamos de vista
lo que es importante.
Mártires de toda época
revolotean en la punta
de mi lengua para decir
que nunca quise ser tanto,
ni tampoco quise ser poco.
Saber nada no es mucho,
perder vida, tampoco.