Desierto calmado por fuera, piel de arena.
Tranquila y a merced del viento que me lleva, me atrapa tu manera de quererme, alma que se mueve sin resistencia aparente. Escapando del espejismo y el canto que me lleva a tu bajo vientre.
Intento escapar, y cómo escaparía si pudiera, intento llorar, y como lloraría si conociese mis lágrimas, que se evaporan antes de rebosar siquiera.
Porque mi cuerpo es un desierto calmado por fuera, de horizonte infinito. Habitante de tormentas y en su interior marchito.
Aún no he encontrado el oasis prometido.