Miguel de Unamuno

Teresa: 98

Una visión gocé, dulce beleño
para mi fiel dolor, anoche en sueño;
vi no un ángel, una ángela, que hilaba
               en la celeste esfera,
y el huso ai son de las alas sonaba.
La rueca de marfil, y el copo era
de azucenas; el huso, de oro fino,
estambre de azucenas can destino
               para tes lienzos albos
de nuestra cama de ¡a eterna boda.
Guando después de muertos los dos, salvos,
nos juntemos—será la dicha toda—
tela de blanca flor, hará cendales
               a rosas de pasión,
.y serán nuestras sábanas nupciales,
               de la resurrección.

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