Miguel de Unamuno

Teresa: 90

El recuerdo de aquel beso es el codaste
del bajel que de mi amor trasporta el mito,
y el del día de tu muerte el recio maste
de su vela que me arrastra al infinito.
Con el árbol de tu vida hice la barca
donde di a la mar sin fin todo mi anhelo;
las entrañas negras dé la tierra abarca
su raigambre; con su copa cubre el cielo.
Al morir naciste en mí con vida nueva,
y las olas tormentosas con la quilla
de esa vida vas cortando tú, mi Eva,
de este mundo de visiones maravilla.
Cuando al fin, traspuesto todo fin me anegue
tras las nadas y del caos cabe la duna,
quieta la mar se quedará sin un pliegue
bajo un cielo sin sol, ni estrellas, ni luna.

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