Miguel de Unamuno

Teresa: 51

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres...
¡esas... no volverán!.
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.
Pero aquellas, cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día...
¡esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar;
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Pero mudo y absorto y de rodillas
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido...; desengáñate,
¡así... no te querrán!

Me dijiste: «Repíteme esa trova...»
yo: «volverán...» y tú: «No, que ya han vuelto;
               de nuevo están aquí...
 
mira aquella que está junto a mi alcoba
con qué fijeza y qué aire tan resuelto
               te está mirando a ti.»
 
«Volverán las oscuras golondrinas...»
«Oscuras? Las confundes con vencejos,
               y no vale embrollar...»
 
«...en tu balcón...» «Registra esas esquinas»
de la reja, que no han de andar muy lejos...»
               «...sus nidos a colgar...»
 
«iSufi nidos! ¡Pobrecitos animales!
¡Sólo para sus hijos hacen casal...
               ¿Les falta la razón?
 
«...y otra vez con el ala a sus cristales...»
«¿Con el ala? ¿No oyes a la que pasa?
               ¿No entiendes su canción?
 
Dicen que da su canto la cigarra
can las atas; si cantan con e1 vuelo,
               volando ¿qué dirán?
 
¿Entiendes tú lo que con vuelo narra?
¿No es la lengua del ángel en el cielo?»
               «...jugando llamarán. ..»
 
«Jugando... así nosotros... juego es todo...:»
«...pero aquellas que el vuelo refrenaban...»
               «¿Eso es posible? Di.
 
¡Refrenar nuestro juego!... No, no hay modo,
vuelan las horas... las que nos faltaban...
               sobre mí y sobre ti ...»
 
«...tu hermosura y...» «También se va volando
es a orillas del río la verdura...
               del río que va al mar...
 
pero sigue, sígueme recitando...
no me hagas caso... es caso de locura. .»
               «...mi dicha a contemplar;
 
aquellas que aprendieron nuestros nombres...»
«Para cuando los olvidemos ¿sabes?...
               el mío olvidaré...
 
Cuántas cosas enseñan a los hombres
—y a las mujeres—estas pobres aves...
               a los hombres sin fe...»
 
«...esas no volverán...» «Lo que se ha ido
nunca vuelve... no vuelve la saeta;
               se aja pronto la flor...
 
mira aquélla que quieta está en el nido...
mejor que no volar estarse quieta..,
               quieto se está el amor...»
 
«Volverán las tupidas madreselvas,
de tu jardín...» «Mira estas flores mustias...
               ¡qué pronto pasarán!
 
pero antes, cuando tú mañana vuelvas,
por nosotros, al pie de las Angustias,
               muriendo rezarán...»
 
«...las tapias a escalar...» «Suben las flores
y bajan las estrellas por la noche,
               cuando el cielo está en flor;
 
el cielo escalarán nuestros amores
y nuestra estrella, sempiterno broche,
               los prenderá al Señor...»
 
«...y otra vez por la tarde aún más hermosas...
«Sí, es verdad; más hermosas por la tarde,
               más al anochecer...
 
cuando se pone el sol sacan las cosas
a luz esa pasión de luz en que arde
               lo que va a perecer...»
 
«...sus flores abrirán...» «Como las niñas
de tus ojos mirándose en mis ojos...
               mas no puedo olvidar
 
el futuro recuerdo—no me riñas—
que esas flores serán pronto despojos
               que a tierra han de rodar...»
 
«...pero aquellas cuajadas de rocío,
cuyas gotas...» «¿Te acuerdas de Uña de ellas,
               cuando te dije yo:
 
«¿No te parece como un pobre crío
de alguna de las pálidas estrellas
               que se perdió y cayó?»
 
«...mirábamos temblar. ..» «Y el alma mía
temblaba como tiemblan esas gotas
               a punto de caer...»
 
«...y caer como lágrimas del día. ..»
«...Caen en la noche, estremecidas, rotas,
               las alas del querer...»
 
«...esas... no volverán.» «Pero es lo mismo;
ola que en la rompiente muere, es ala
               que renace otra vez . ..
 
toda alma que de amor lleva el bautismo-,
cuando se muere al fin, renace sola
               llorando su viudez...»
 
«Volverán del amor en tus oídos
las palabras...» «¿Palabras? No; reclamos
               de loco frenesí...»
 
«...ardientes a sonar...» «Y los latidos
del pecho nos dirán que nos amamos
               con un eterno ¡sí!»
 
«...tu corazón de su profundo sueño...»
«Morir... dormir.,. dormir... soñar acaso;
               ¿no me dijiste así?
 
soñar entre tus brazos, ¡dulce dueño!»
«...tal vez despertará...» «¡Qué triste paso!
               despertar... y no aq u í...»
 
«...pero absorto y mudo y de rodillas...»
«¿En postura de esclavo? No, mi niño,
               para el amor leal
 
cuanto más puras son, son más sencillas
las cosas y cuando es puro el cariño
               nunca es tan teatral.»
 
«...como se. adora a Dios...» «¡Quita, locura!
Quiéreme nada más... ¿Idolo? Es cosa
               falaz...» «...ante su altar...»
 
«No quiero presa en él, ¡triste postura!
ni de rodillas tú ni yo de diosa;
               querer no es adorar. ..»
 
«...como yo te he querido...» «El que así diga
no sabe de querer, porque no muere
               amor que ya nació...
 
¡Te he querido!. . . ¿Hay acaso quien consiga
haber querido? Si una vez se quiere
               el tiempo se acabó...»
 
«...¡desengáñate!» «Qué cosa tan tríste!
El desengaño es triste; lo es la duda;
               esperar lo mejor...
 
dudar de ti, Rafael, ¿cuándo me viste?
Vendrá lo que vendrá, pero no muda
               ni pasa nuestro amor— »
 
«...¡así no te querrán!...» «Es lo seguro;
y en todo caso, como yo te quiera.
               mi amor vive de sí...
 
cuanto se abrasa más se hace más puro;
lo llevaré conmigo cuando muera...
               ¡no te pongas así!...
 
No te me pongas triste, Rafaelillo:
cual las olas del mar nuestros amores
               sobre la mar se van...
 
oye bien su canción, el estribillo
que entre sueños y pájaros y flores
               nos dice: «¡volverán!»

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