Miguel de Unamuno

Teresa: 26

Una noche serena de otoño
vi a la lívida luz de la luna
de nuestro árbol temblar en la copa,
          una hoja ya última.
Y al llegar la mañana siguiente,,
tembloroso y con mano confusa
arrancaba otra hoja con fecha
          de tu sepultura.
Y al oir cómo gimen al viento
de la noche las hojas desnudas,,
primavera en el fondo del alma
          me canta verdura.
Porque el cielo a que cubre la hierba
que te abriga, Teresa, en tu cuna,
es un cielo que siempre está verde,
          de eterna verdura.
Es un cielo cuajado de flores,
siempre flores que nunca dan fruta,
es un cielo de amor siempre virgen,
          que jamás se muda.
Amarillo el recuerdo, la muerte,
amarillo todo lo que se usa,
pero es verde la eterna esperanza,
          la esperanza pura.

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