Contaba los instantes por el ritmo
de tu pecho anheloso al palpitar,
y mis ojos buscaban en tus ojos
el misterio de aquella sed de amar.
Sed. de vivir, Teresa... Vi en tus manos
aquel gesto de angustia de agarrar
el blanco lino que envolvía dulce
los ensueños floridos de tu edad.
Hoy una tierra blanda, verde y rubia,
donde se oye la canción del mar,
abriga tus recuerdos, mis recuerdos,
¡y la canción me llama a recordar!...