Amé con la furia que quema la vida,
sin ver que tu alma era sombra y disfraz,
me diste caricias con fecha vencida,
mientras otros labios buscabas detrás.
Yo fui tu refugio, tu templo, tu abrigo,
y tú, la tormenta que vino a arrasar,
despiertas demonios que duermen conmigo,
y gritan tu nombre queriendo olvidar.
Te llamo en la rabia, te escupo en la herida,
te insulto en las noches que no sé dormir,
y aún así, maldita, aún así perdida,
te lloro en silencio... sin poder huir.
No soy un cobarde, tampoco un esclavo,
pero el alma duele cuando es leal,
y ver que te entregas sin rumbo, sin trazo,
me parte en mil partes que no saben mal.
Tal vez algún día, cuando estés vacía,
y nadie te espere, y todo se fue,
recuerdes mis versos, y aquella poesía
que hablaba de un loco... que te fue fiel.