Mire el jardín en sus ojos infinitos,
Como se observa, en un jardín de plantas,
La vida de una fiera afamada
Por sus sanguinarias bellezas,
Así el mundo vio: el deseoso de saber
Qué hace en su exilio la fiera Santa.
La única ocasión en que puede vérsele,
Dice un espectador que mira
De costumbre desde su puente levadizo,
Y entrará al jardín y en sus ojos
Se verán dulcemente...
Las inocentes florecitas del jardín
De su castillo.
Persiste, sólo la roja visión de sus labios,
A su paso deben abrirse las dulces
Flores. Acaso canta en los árboles; un nido
De pájaros. Paseándose entre sus ramas
Pajarillos de colores.