Obra poética
Obra dramática en un solo acto
Personajes principales:
Miguel: un vampiro noble, condenado a vagar por siglos.
Seraphine: una mujer humana, descendiente de cazadores de vampiros.
Narrador: voz poética que conduce la escena.
El Concilio: sombras que susurran leyes antiguas.
Escenario único: un balcón gótico frente a un castillo oscuro, con una luna llena en lo alto y bandadas de murciélagos cruzando el cielo.
(La escena se abre con un viento suave moviendo los velos de la noche. La luna alumbra un balcón antiguo. Miguel aparece entre sombras, envuelto en un abrigo negro bordado. Seraphine, vestida de blanco, contempla el cielo estrellado. Música suave de violines lejanos.)
Narrador:
En noches donde el tiempo olvida su cauce,
dos almas se hallan entre el viento y la muerte.
Uno sin pulso, marcado por sangre...
la otra con luz que al abismo convierte.
Miguel (en voz baja):
He cruzado siglos, Seraphine...
he oído los gritos de imperios que caen...
pero jamás, en mil lunas, sentí el fuego
que encendiste tú, con un solo mirar.
Seraphine (mirándolo, temblorosa):
Y yo, nacida del linaje que a ti caza,
reniego de la espada, del credo y la casa.
Si amarte es traición a mi estirpe y mi piel,
seré infiel al cielo... por tocar tu infierno cruel.
(Se acercan lentamente. Murciélagos revolotean en círculo sobre sus cabezas.)
Narrador:
Pero el amor tiene precio entre sombras.
El Concilio, escondido en las ruinas eternas,
dicta el edicto con lengua de polvo:
¡Un vampiro no puede amar lo que no condena!
(Miguel acaricia su rostro. Un murciélago cae al suelo. El cielo se cubre de nubes.)
Miguel:
Huiré contigo... romperé mis cadenas.
Que ardan los pactos, que ruja la pena.
No temo a los míos, ni al filo ancestral...
sólo temo perderte, y volver a mi mal.
Seraphine (llorando):
No huyamos... quedémonos.
Si el mundo nos teme, que tiemble al vernos.
En esta noche seré tu esposa...
bajo la luna, frente a la fosa.
(Se besan. La luna brilla más fuerte. Voces del Concilio se oyen desde el fondo del escenario, como susurros demoniacos.)
Voces del Concilio (en eco):
¡Traición! ¡Profanación!
¡Un vampiro no ama, se condena!
¡La sangre no se mezcla con llanto!
¡La flor no florece en la tumba ajena!
(Miguel se gira desafiante.)
Miguel:
¡Entonces mátenme! ¡Aquí estoy!
Pero sepan que esta noche fui hombre,
no bestia ni sombra, ni grito sin voz...
Amé... ¡y por ello, morir no me asombre!
(El cielo truena. Un rayo cae. Miguel se atraviesa con una estaca que él mismo empuña, antes que lo hagan ellos. Seraphine grita y corre a abrazarlo mientras él cae de rodillas.)
Seraphine:
¡No, Miguel! ¡No! ¡Yo... yo también...!
(Susurra cerca de su oído)
...bebí de tu sangre... y ya no soy quien fui.
Narrador:
Y así, entre ruinas y luna llena,
murió lo prohibido, nació la leyenda.
Porque la muerte no pudo arrancar
el lazo maldito de amar sin piedad.
(Seraphine se desmaya abrazada a su cuerpo. El telón cae con lentitud mientras los murciélagos giran en círculo, y el viento arrastra un velo blanco al vacío.)
Fin de la obra.
Reserva derechos de autor.