El amor incondicional
Una mujer, me contó, que cuando estaba viviendo sola, abatida tan tristemente por una soledad profunda. Me menciono tan alegremente en una conversación, que había encontrado finalmente el amor, que no podría explicar el término de la sonrisa de aquella mujer. Ella me había confesado que después de sentirse por dentro vacía, al día siguiente de encontrarlo ya estaba después del todo bien. Era inaceptable creer... Que resultará tan faciles las cosas para otros y no para los demás, le hice tan sólo una pregunta? ¿dónde fue que lo encontró? ¿en donde busco? O como hizo para estar con él. Tan sólo me miro y me respondió: no es el amor de un hombre o de una mujer quien nos llena, ese es tan sólo un amor pasajero, el amor verdadero rompe los límites de la verdadera esencia. Y ese amor, va dirigido a ti y a mi tan intensamente, que en la forma en la que me miras y me hablas, debes aceptar que hay está el amor, en el prójimo, dentro de su espíritu incondicional para amar. Que indudablemente después de escucharla comencé a creer, que el amor ha estado en mi todo este tiempo, que nunca se fue como yo lo pensaba, que estaba hay donde lo dejé, dentro de mi mismo. Y me doy cuenta que no fue mi entonces incontenible, si no por falta de fe, porque como dice los filósofos, el pasado es como el ayer, a la Rosa que ya se deshojó no se le puede sacar otro pétalo, pero sigue siendo la misma Rosa. Porque sigue siendo un hecho bien establecido, que el presente y el futuro no existen de alguna manera, sino en la medida que se hace pasado y aprendemos amar, en resumidas cuentas y ya pasó. ¡Sólo nos va quedando el mañana decía, ese mañana que nunca llegará! El amor verdadero no tiene límites ni tiempo.
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